martes, 9 de junio de 2009

2.3 - Sobre el deseo del personaje, o sea, La Meta

La mejor forma de identificarnos con el deseo del personaje es conocer a fondo las dificultades, lo que puede sacrificar, los conflictos que surgirán, en resumen, lo mucho que le va a costar conseguirlo.

McKee nos dice, y en eso discrepamos, que el deseo se debe plantear como la necesidad del personaje de recuperar un equilibro ante algo que lo ha desequilibrado. Yo no lo creo así, hay muchos otros tipos de historia en que esto no es necesario: el inspector que ha de atrapar al asesino, los soldados que han de tomar la colina, el arqueólogo que ha de encontrar la reliquia, el explorador que ha de llegar a donde antes nadie llegó, el boxeador que quiere ganar... en todos estos casos los personajes se comportan haciendo "lo que tienen que hacer" ya que forma parte de su naturaleza. El interés va a venir con las dificultades de la empresa y todos los obstáculos que se nos vayan presentando.

Esos deseos, esas metas a cumplir ¿cuándo deben ser expuestas? Lo antes posible, pero nunca antes de tiempo. Parece una contradicción, pero hay que tener en cuenta lo que está en juego antes de saber qué ha de hacer nuestro protagonista. El inspector puede ser novato, de hecho es aún un estudiante, pero ha de ir a la boca del lobo (El Silencio de los Corderos), en otros casos podemos ir conociendo a nuestros soldados protagonistas después de haber sido planteada la meta (Un puente muy lejano), o esperar a conocer al perdedor al que le van a ofrecer el título de los pesos pesados (Rocky). Pero hay un límite a la hora de esperar:

Hay que plantear la meta cuanto antes, pero nunca antes de tiempo, y jamás después de media hora.

El público se cansa, se desorienta. Quiere saber "hacia dónde va ésto". Aunque puede haber trucos para aguantar la atención hasta entonces:

Una meta falsa o un objetivo secundario nos puede servir para ver cómo son nuestros personajes y de paso ir avanzando en la historia, sobre todo si nuestro punto de partida está demasiado lejos de nuestra línea de llegada.

En Matrix, Neo es un hacker que se gana la vida pirateando programas, hasta que unos misteriosos mensajes llegan a él, avisándole que está en peligro. Inmediatamente unos hombres del gobierno le detienen y le interrogan, pero ocurre algo sobrenatural, durante el interrogatorio, Neo se queda sin boca. Para colmo una especie de bicho biomecánico es introducido por su ombligo. Más tarde conoce a Morfeo, un supuesto peligroso delincuente que le enseña que la realidad en la que cree vivir Neo es una realidad virtual falsa. En el mundo real, la gente vive en estado de sueño permanente, alimentando con las descargas eléctricas de sus neuronas a las máquinas que son las que gobiernan el mundo y Neo ha resultado ser el elegido para destruirlas.

Si empezamos con Neo descubriendo el pastel no nos lo creeríamos o nos resultaría demasiado alejado de nuestra realidad para interesarnos, de manera que hemos de poner una alfombra roja que nos guíe hasta nuestra meta, adelantando alguna que otra pista: Trinity puede dar saltos de un edificio a otro y desaparace cuando habla por teléfono. Los hombres del gobierno no les sorprende esto y además tienen una habilidad sobrenatural para descubrir cosas.

No siempre se consigue la meta, pero en cualquier caso debe de haber al final una lección aprendida, o que se consiga algo de valor o nos daría la sensación de que quedan preguntas sin responder.

En La Noche de los Muertos Vivientes (el que no quiera saber cómo acaba que no siga leyendo) los zombis van matando a un grupo de personas hasta que quedan aislados en una casa en el campo. La pregunta es ¿quién se salva? ¿quién se muere? pero sobre todo ¿se salvará alguien? Es entonces cuando sólo queda un personaje y llega, al fin, la Guardia Nacional disparando a los zombis desde helicópteros. Cuando nuestro héroe se asoma a mirar por la ventana... éstos le toman por un zombi y le acribillan a balazos.

Aquí puedes ver la peli entera en su versión original:

http://www.youtube.com/watch?v=jfShkumjeq8&feature=related

Realmente nos da lo mismo la suerte de los personajes, es más intensa la sensación que se nos queda cuando acaba así. Pasamos a "Bueno, después de todo se merecía sobrevivir" a "Qué estúpido es el ser humano".

Otro final sin que el protagonista acabe bien: Avaricia (Erich von Stroheim, 1924) Su objetivo, vengarse del hombre que le robó su dinero, nada menos que 5.000 dólares de los de antes. Acompaña a una partida de hombres que le buscan hasta que llegan al desierto, entonces...



¿Se te ocurren otros ejemplos en los que el protagonista no logre su meta, pero aún así te haya gustado la película?

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